La campaña eclesiástica en contra del aborto es el último episodio de una guerra declarada entre los defensores del aborto y sus detractores. Las críticas políticas sobre la campaña no se han hecho esperar, entre ellas la de Duran, portavoz de CiU en el Congreso, que ve agresiva la campaña.
Sin embargo, el propio Duran es contrario a la reforma del aborto que pretende el Gobierno, que quieren ampliar el plazo para abortar hasta las 22 semanas en caso de malformación o riesgo en la madre. Esto es aproximadamente seis meses. Teniendo en cuenta que lo del riesgo de la madre es un coladero, ampliar el aborto hasta los seis meses de gestación me parece una burrada.
No quiero decir con esto que sea contrario al aborto, y ya me refiero al aborto en sí, al aborto libre, en el cual no hay malformación del feto ni problemas de salud física, ya que la psíquica es bastante subjetiva. Estoy a favor de una ley de plazos, pero una ley de plazos lógica. Seis meses es demasiado tiempo. En tres meses, que es lo que recomiendan los expertos, una pareja (que no una mujer solamente) puede y tiene la obligación de decidir si quiere tener al retoño o no.
Además, la otra iniciativa de abortar sin consentimiento paterno a partir de los 16 años me parece una mala idea. La mayoría de la gente a esa edad depende de los padres y ellos tienen el derecho a saber qué está pasando, sobre todo en estos temas tan importantes. No podemos dejar que el aborto sea un método anticonceptivo más, para así dar vía libre. No estoy de acuerdo con penarlo con la cárcel, pero en el caso del aborto libre también tenemos que tener un poco de cabeza y no tomarnos las cosas tan a la ligera. Esta medida provocará que no se tenga ciudado a la hora de practicar el sexo, y ese es un tema que poco o nada tiene que ver con el debate del aborto.
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